En Vega de Tera empezaron su andadura hace más de diez años y podría decirse, que su trayectoria ha sido como una peregrinación, con etapas duras, pero que han visto recompensado el esfuerzo en forma de unos vinos honestos y con carácter que reflejan el terruño del que proceden.

Para ellos, el vino es un arte, no es simplemente la elaboración de un producto tradicional. De esa manera, expresan los valores de respeto hacia la tierra, la personalidad de unos terrenos y los matices que da la experiencia y el tiempo. Todo eso, en una botella.

Para trabajar este noble arte, cuentan con veinticinco hectáreas de viñedo que crecen en terreno arcilloso. Todos sus campos se cultivan en ecológico, desde el inicio de la bodega. Además, cuentan con un gran equipo humano, que se ha convertido en familia, que les ayuda a cuidar de estos campos y que entiende, como ellos, que solo estamos de paso y por tanto, vivimos en un medio ambiente que no nos pertenece y al que hay que cuidar y agradecer todo lo que nos da. «Sin ellos, nuestra labor estaría incompleta».

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